Los imposibles.

P. D: Que difícil es que las palabras no fluyan, tanto como influiste tu en mí.


Me tomaste como a una flor débil, casi marchita, deseosa de tierra fértil de donde alimentarse.
Y sin pensarlo, tus manos repletas de nutrientes me diste, tu mente como agua, gota a gota hidrataron mis raíces, tus ojos resplandecientes me iluminaron más que los mismos rayos del sol.

Me hiciste crecer, desde cada parte de mi cuerpo, cada centímetro retoñó y allí en cada retoño, fueron creciendo mis nuevas flores.
Preciosas flores, rojas por cierto, me pregunto a veces, ¿Las habrás visto realmente?

Pero toda flor, todo rosal, espinas tendrá.
¿A qué no te lo esperabas? O quizá sí y no te importó.

Cada caricia a partir de eso, se volvió dolor; ¿Habremos sido masoquistas? Porque no me importaba cuanto doliese, cada uno de tus dedos se sentían como nubes en el cielo. ¡Y a ti! ¿Cómo insistes en decir que no te dolió?

Limpié y curé cada gota de tu sangre, al romperse tus yemas con mis espinas, lamí de tu piel cada milímetro herido, hasta hacerlo sanar.

¿Por qué no me di cuenta antes? ¿Por qué lo permití?

No fue tu cuerpo lo que sentí, no fueron mis espinas las que se engancharon a ti, es difícil describir cuando dos almas se anclan, aunque sea en un mar infinito, sin fondo, donde te ahogas en vez de sostenerte.

Como a las plantas reales, cuando les das tanta agua creyendo que así les das amor, nos ahogamos mutuamente hasta convertirnos en gotas; gotas que no se unieron con las mías, las tuyas tan frías, siempre tan a contra corriente decidieron esta vez dejarse llevar por ella.

Y yo aquí, esperando que un día volvieras, poco a poco, con ese calor que me caracteriza, fui convirtiéndome en vapor.

Volé, volé tanto como tú deseabas hacerlo, llegue a lo más alto que se puede llegar en el cielo cuando eres una simple gota y allí estuve, entre tantos y al mismo tiempo, en un inmenso vacío, preparándome para ser una lagrima más caída de ese reino.

Te pensé, te pensé una y mil veces, como inspiración funcionas a la perfección, (es que eres tan perfecto, con todo lo imperfecto que eres) que espero, con tanto deseo que tengo de tenerte de nuevo, que cada molécula de mi cuerpo te busque, te rastree hasta conseguirte y se una a ti, penetrando tu piel y con suerte tu alma.

Estoy por salir, estoy llamándote alocadamente con mis pensamientos, ¿Las gotas de lluvia podríamos ser pensantes? No lo sé, la verdad, no me quiero distraer. 

Mientras caigo, te imagino, te sueño, veo todas mis vidas desde que llegué a este universo, todas contigo y al mismo tiempo sin ti, no quiero que lo sea, pero parece mi fin. 


P.D 2: Si algún día, una gota de lluvia roza tu piel y piensas en mi, sabré que aún partiendo de este plano, una parte de mi siempre estará en ti. Mientras tanto, te dejo esta carta desordenada, ilógica, impensada,
¡Imposible! Como lo somos tu y yo. 




Comentarios

Entradas populares