Amor de mi vida.



Desde que desperté; he querido hablar de ti. Aunque no sé si he querido hablar de ti o contigo.
Durante el día, ha cambiado lo que quería decirte, ahora llueve y me siento distinto a cuando desperté, me perdí tanto en mis sueños que confundí mis tiempos, pero ¿Cómo no perderme si estabas tú en ellos? 
Es fácil recordar cuando pasábamos las tardes lluviosas arropados en el sillón tomando chocolate, haciendo el amor, jugando scrabble, comiendo chatarra de la que no te gusta ¡o simplemente haciendo nada! 
Cuando me hacías cantarte una y otra vez "where You're Smilling"; las tardes de sol naranja y aún así no me cansaba. ¡Maldita sea!
Maldita sea que, aunque mi memoria me falla ahora, puedo recordar cada cosa de ti, puedo recordar incluso el día que te conocí. ¿Cómo no? Eras tan torpe, tan ¡testaruda! Con ese temple que solo tú sabias tener, personas como tu deben existir, eso sí, totalmente sinceras y puras; pero tú, tu eras en definitivo ese raro espécimen que resaltaba entre todas las demás.
Recuerdo mi primera cita contigo, esa que ¡tanto me costo conseguir! Tuve que perseguirte durante semanas, regalarte margaritas, escribirte poesías que no me costaba para nada crear si las hacia para ti. Pero valió tanto el esfuerzo. Estar a tu lado, era por completo una sensación de paz, todo al rededor en aquel café se desvanecía, nos aislábamos por completo de todo lo que acontecía a nuestro alrededor, el ruido de los demás clientes, de los turistas que pasaban por la acera de aquel lugar, solo estabas tú, tu cabello despeinado, tu piel suave, tus ojos expresivos, las infinitas palabras que salían de tu boca, a veces tan rápido, a veces tan lentas y a veces con lágrimas saliendo de tus ojos y que yo te ayudaba a limpiar, pero aún con lágrimas, hacías olvidarme de todos los problemas que podía tener en mi mente. 

Así fue pasando el tiempo, aunque entre nuestra juventud, nuestras aventuras y deseos, era casi imposible saber que significaba esa palabra.
¡Peleabas tanto! Eras tan testaruda y terca sin importar nada; cuanto amaba verte molesta, esas expresiones que me hacían temerte por fuera y sonreír por dentro e incluso me hacían enojar a veces; pero mi amor, me enseñabas que el amor es más que solo colores pasteles, también había en nosotros tonos grises, negros, amarillos chillones y rojos. Hacías despertar en mí la curiosidad, curiosidad en todos los aspectos, me veías sin prejuicios, me escuchabas también y aceptabas mi forma de pensar aunque fuese tan tosca, tan gris, tan simple a veces. 

Encontraba en ti un apoyo, que inspiraba toda tonalidad colorida y artística jamás descrita pero sí sentida, me permitías convertir tu presencia en poesía, rústica y sublime a la vez.

 Mi juventud fuiste tú, pero mi vida entera también.

Comentarios

Entradas populares